La contaminación del Estero Orienco no solo amenaza a la flora y fauna, sino también a la salud de quienes viven cerca y dependen de su agua. La presencia de desechos tóxicos y la proliferación de bacterias pueden causar enfermedades graves, afectando especialmente a niños y comunidades vulnerables. Lo que parecía un problema ambiental es, en realidad, una crisis de salud pública que no podemos ignorar.
Es momento de tomar conciencia y actuar. Proteger el agua es proteger nuestra salud y la de futuras generaciones. Reducir los residuos, exigir medidas de saneamiento y participar en iniciativas de conservación son pasos clave para revertir este daño. No esperemos a que las consecuencias sean irreversibles. ¡El cambio comienza ahora!
